“Como un mar, alrededor de la soleada isla de la vida, la muerte canta noche y día su canción sin fin”. Rabindranath Tagore.
La música peruana siempre ha disfrutado de buena salud, melodías que nacieron en el país de los incas, han tenido notoria presencia en el mundo melómano. “El
Cóndor Pasa”, por ejemplo tiene una diversidad de versiones, siendo la
de Simon y Garfunkel quizás la mas reconocida mundialmente; también
“Alma Corazón y Vida” grabada por Raphael y Dyango, entre otros, ha
tenido honda repercusión en el amplio ambiente musical; también en
Europa ha tenido notoriedad “El Rosario de mi Madre”, que incluso tiene
su versión en flamenco; “Ódiame”, en la voz del propio Dyango, son solo
algunos ejemplos de lo expresado anteriormente.
En
lo que a compositores concierne, destacan entre los de mayor relieve,
el trovador Felipe Pinglo Alva, Augusto Polo Campos, Adrián Flores
Alban, José Escajadillo, Daniel
Alomías Robles, Nicomedes Santa Cruz, pero sin dudas, la mejor
embajadora de la música peruana, ha sido la poetisa Chabuca Granda,
quien con sus versos floridos, dejó como herencia de su sabia
inspiración, preciosas melodías como “La Flor de la Canela”, “Fina Estampa”, “José Antonio”, “El Puente de los suspiros”, entre algunas muestras de su amplio repertorio.
Pero
hoy, queremos referirnos a una de sus creaciones; “Cardo o Ceniza”, es
un himno a la postración, como cuando se araña a la muerte, expertos,
señalan que esta canción fue dedicada a Violeta Parra, quien tuvo el
“pecado” de enamorarse de un músico a quien doblaba en edad; los versos
de esta melodía, son los desgarrados gritos al inexorable paso del
tiempo, es observar la aparición de sus manifestaciones diversas en el
cuerpo, y ver de reojo el “comparativo agravio”, con la lozanía de la
pareja, cuya tersura, resalta mas al lado de las inoportunas arrugas.
“Cómo será mi piel junto a tu piel,/ cómo será mi piel junto a tu piel,/ cardo o ceniza cómo será…/”,
la pregunta surge objetiva, inquietante, interrogando al mañana, porque
ya contempla en el presente, las notorias diferencias, contemplando
senderos de bifurcación, sin atreverse a abrazar respuestas; “Si
he de fundir mi espacio junto al tuyo,/ cómo será tu cuerpo al
recorrerme,/ y cómo mi corazón si estoy de muerte…/ mi corazón si estoy
de muerte”. Prosigue
la auto interpelación, pero presenta una premonitoria declaración de
principios, besando el óbito, aunque no sea su anhelo.
“Cómo
será el gemido,/ y cómo el grito,/ al escapar mi vida entre la tuya,/y
cómo el letargo al que me entregue,/ cuando adormezca el sueño entre tus
sueños”. Chabuca Granda plasma
en un lienzo poético, las continuas interrogantes que atormentaban a
Violeta Parra, se identifica con sus incertidumbres, pasea su armonía
creativa en una musical pintura que retiene un sentir singular con
premoniciones dramáticas. “Han de
ser breves mis siestas,/ mis esteros despiertan con tus ríos,/ Pero…/
Sé quebrará mi voz cuando se apague,/ de no poderte hablar en el oído,/ y
quemará mi boca salivada,/ de la sed que me queme si me besas”. Que duda cabe, en la lucha contra el tiempo, no siempre se alcanza la victoria.
“Pero…/Pero
cómo serán mis despertares,/Pero cómo serán mis despertares,/Pero cómo
serán mis despertares,/ Cada vez que despierte avergonzada…/ cada vez
que despierte avergonzada…/ Tanto amor,
y avergonzada/…tanto amor, y avergonzada/. Las reiteraciones no eran por simple métrica musical, eran la insistencia del sentimiento bravío, sincero y singular que palpitaba en el corazón de la cantante; Chabuca Granda interpreta a cabalidad dicha sensibilidad. Premonitorio también fue el axioma de John Stuart Mill, cuando acuñó con maestría aquello de. “Pregúntate si eres feliz, y dejarás de serlo”.
y avergonzada/…tanto amor, y avergonzada/. Las reiteraciones no eran por simple métrica musical, eran la insistencia del sentimiento bravío, sincero y singular que palpitaba en el corazón de la cantante; Chabuca Granda interpreta a cabalidad dicha sensibilidad. Premonitorio también fue el axioma de John Stuart Mill, cuando acuñó con maestría aquello de. “Pregúntate si eres feliz, y dejarás de serlo”.
Tenía cincuenta años, cuando decidió “apagar la luz”, sin dar gracias a la vida,
puso fin a su vida, dejando un testimonio que es el resumen genético
del escepticismo y desaliento por donde ella transitaba: “Yo
me llamo Violeta Parra, pero no estoy muy segura. Tengo cincuenta años a
disposición del viento fuerte. En mi vida me ha tocado muy seco todo y
muy salado, pero así es la vida exactamente, una pelotera que no la
entiende nadie. El invierno se ha metido en el fondo de mi alma y dudo
que en alguna parte haya primavera; ya no hago nada de nada, ni barrer
siquiera. No quiero ver nada de nada, entonces pongo
la cama delante de mi puerta y me voy".
la cama delante de mi puerta y me voy".
Algún dia se levantará, (desde donde está), cogerá su guitarra y obsequiará con su aterciopelada voz, las
trovas del pretérito y del mañana, seguro que ofrecerá una sonrisa de
gratitud a Chabuca Granda y juntas, unirán voces y talentos, para el
beneficio de quienes amamos la música.
Y que también amamos la vida, a pesar de algún sobrecogimiento …inoportuno.
Fraternalmente.
http://lacomunidad.elpais.com/rholandos/2010/6/11/cardo-o-ceniza
Sublime interpretación sobre la letra de Chabuca..
ResponderEliminarMagistral epílogo!
Saludos.
Soy mexicano. América es inmensa. Lejanas latitudes. Muy difícil recorrerla. Tuve la suerte de encontrarme con Chabuca Granda y darme cuenta que la Amo. Su esencia. Su naturalidad. Su espontánea franqueza. Sus interpretaciones, su ritmo, sus pasos y sobre todo el mover de sus brazos y la picardía de ojos entrecerrados y un morderse el labio que me embelesa. Y si. A trabes de ella puedo afirmar: Ahora también amo al Gigante Dormido: Perú.
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